Unas ideas que me parecen importantes dejar claras son que… Mis aficiones no tienen el porqué ser del agrado de mis alumnos. También puede ser que a algunos les gusten y, a otros, no tanto. O, a lo mejor, para conectar más con mis estudiantes, tengo que ser yo quien se aficione a las suyas.
Es bueno tener aficiones. Nos gusta hablar de ellas y, al practicarlas, sabemos bastante sobre el tema. A raíz de ellas podemos tener largas conversaciones e, incluso, podemos trabajar diferentes aspectos lingüísticos (gramática, comprensión oral y escrita, vocabulario).
Ahora bien, han de ser aficiones que sean del agrado de nuestros alumnos. Bien porque ellos también las practiquen, bien porque les sean interesantes y quieran saber más sobre ellas. Si tenemos aficiones comunes con nuestros estudiantes, está claro que pueden ser un tema habitual de conversación, compartiendo experiencias propias, indagando sobre novedades al respecto… Y, basándonos en ellas, podemos, a la vez, trabajar vocabulario, verbos, aspectos gramaticales.
Podemos escuchar audios, leer artículos, ver reportajes. Si nuestro alumno no comparte con nosotros una afición, ya desde el primer momento podemos hacernos una idea de si es o no de su interés. Ya en nuestro perfil de profesores o tutores solemos dar a conocer nuestras aficiones. Si nuestros alumnos nos preguntan por alguna de ellas, nos dan la idea de que están interesados. Si, con toda nuestra ilusión, les hablamos de una de nuestras aficiones, pero vemos que no muestra mucho interés, no insistamos en ella. Lo más habitual suele ser que nuestros alumnos tengan sus propias aficiones, distintas a las nuestras. Y es en ellas en las que nos tenemos que apoyar para conectar mejor con ellos.
Es importante, por tanto, que les preguntemos a ellos por las suyas. El tema de las aficiones suele ser típico asunto de conversación en nuestras primeras lecciones con estudiantes nuevos. Si las cosas que les gustan a nuestros alumnos no casan con las nuestras, cuesta bien poco informarse sobre ellas. Por ejemplo, si a un estudiante le gusta mucho el tenis, podemos rápidamente encontrar información al respecto: jugadores, nuevas reglas, torneos. Creo que es muy importante empezar las lecciones con algo que motive a nuestros alumnos, que les llame la atención, que les guste. Y, para ello, nada mejor que un comentario sobre una de sus aficiones. Si empezamos bien la clase, su actitud será buena y la lección será más efectiva. Si el periodo de clase es largo, también podemos usar la misma técnica como un “descanso” entre actividad y actividad. Ahora bien, sobre todo con adultos, lo que más les interesa a la mayoría es aprender español, no hablar de sus aficiones.
No perdamos esto de vista. Un apartado especial lo tienen las clases con NIÑOS. Sus aficiones pueden ser de lo más variopintas. Y, muchas veces, muy cambiantes.
A unos les puede gustar hablar sobre videojuegos, o sobre una serie de dibujos. A otros les gusta dibujar, o enseñar sus juguetes. Y es clave recurrir con frecuencia a estas actividades para que estén
motivados.
Es bueno tener siempre a mano colores, folios, tijeras, pegamento. A muchos les gusta que hagamos dibujos con ellos. También es fácil aprender en internet cómo hacer dibujos sencillos. Como he dicho, los niños pequeños suelen cambiar con frecuencia de aficiones. Me hice una cuenta en Minecraft porque a uno de mis alumnos le gustaba mucho y… justo entonces decidió cambiar de juego… Menos mal que vuelvo a tener a algunos que sí les gusta.
Aunque, también es normal que, al cabo de un tiempo, vuelvan a aficiones anteriores. Por otro lado, hay actividades que, aunque los niños no las hagan, gustan a la mayoría, y son un buen enganche, sobre todo en las primeras lecciones. Y algunas de ellas son la magia y los experimentos. Lo más seguro es que no seamos ni magos ni experimentadores, pero cuesta muy poco aprender algunos trucos o experimentos sencillos. Lo digo por experiencia personal. He aprendido cinco trucos y cinco experimentos. Y los hago en las primeras diez lecciones con niños. Les divierten y es una muy buena forma de romper el hielo y crear confianza cuando todavía no nos conocen bien. También les podemos aficionar a la lectura leyendo con ellos libros de su edad tipo cómic. A mí me es muy útil la serie de Policán, por ejemplo.
En fin, descubrir las aficiones e intereses de nuestros alumnos y hacerlos nuestros es una herramienta poderosa para empatizar con ellos y lograr, por tanto, que nuestras clases sean más amenas y fructíferas. Sin perder de vista que son un medio que facilita aprender la lengua, no el fin.
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